El 19 de octubre de 2007, George W. Bush pronuncia un enérgico discurso en un hotel. Los ánimos se caldean, y la tensión sube hasta el terrible momento en que el presidente es asesinado. Tras el magnicidio, el FBI comienza una ardua investigación, y detiene a un sirio, que poco después es condenado. Todas las pruebas son circunstanciales: ¿es culpable, o sólo lo escogieron para poder considerar el asesinato un acto terrorista?
Comentario
Precedido por la lógica polémica que le ha acompañado desde su estreno en el Festival de Toronto el pasado año, llega a nuestras pantallas el falso documental Muerte de un presidente, que, al igual que otras muestras recientes del género como Confederate States of America, parte de un hecho ficticio para analizar la realidad política y social estadounidense. La crítica estadounidense se ha repartido a partes iguales: "La película es su peor enemigo, eliminando cualquier atisbo de sutileza en nombre de la urgencia ideológica", escribe Gene Seymour en "Newsday"; "Muerte de un presidente es importante y provocativa. No debería ser ignorada, por más que los bastiones de la claridad moral y el buen gusto traten de descartarla como violencia gratuita" (John Thomason, Orlando Weekly). La película está nominada a un premio BAFTA a los mejores efectos visuales.
Curiosidades
La película muestra un panegírico bastante creíble del vicepresidente Cheney en el funeral de George W. Bush. Se trata de un segmento editado del discurso que dio en el funeral de Ronald Reagan en 2004.