Las
trayectorias de Martin Scorsese y Paul Schrader volverían
a encontrarse apenas cuatro años después, en torno
al biopic del boxeador Jake LaMotta Toro salvaje.
Para entonces, Scorsese estaba en uno de los momentos más
bajos de su carrera, tras el fracaso del musical New York,
New York, y se planteaba hacer de Toro salvaje su despedida
del mundo del cine. Por su parte, Paul Schrader estaba más
centrado en su incipiente carrera como director (campo en el que
debutó en 1978 con Blue Collar), si bien aceptó
de buena gana adaptar para el cine una historia que encajaba como
anillo al dedo en su peculiar visión artística.
Sin embargo, tanto Scorsese
como Robert De Niro, que interpretaría el papel protagonista
del filme, encontraron el guión de Schrader demasiado oscuro
y desagradable, y decidieron tomarse un tiempo para reescribir
algunas escenas. Aunque Toro salvaje supuso un gran éxito
crítico y comercial y proporcionó a Robert De Niro
su primer Oscar, también marcó un primer punto de
conflicto entre el director y el guionista, una tensión
que iría aumentando a lo largo de la década.
En todo caso, ambos
volverían a colaborar poco después en la adaptación
de la novela de Nikos Kazantzakis La última tentación
de Cristo, uno de sus proyectos más personales. Tanto
Scorsese como Schrader eran por entonces sinceros creyentes (el
primero era católico, el segundo calvinista), y ambos se
habían planteado en su juventud hacerse sacerdotes. Sin
embargo, la producción del filme estuvo envuelta desde
el principio en la polémica, hasta el punto de que la Paramount
retiró su apoyo en 1982, deteniendo la producción
cuando ya se habían gastado más de cinco millones
de dólares.
Pero Scorsese no se
dio por vencido. Junto con Jay Cocks reescribió buena parte
del guión, haciéndolo menos épico y más
intimista, y consiguió sacar la película adelante
en 1986 con un presupuesto considerablemente menor. Sin embargo,
esta decisión le costó la ruptura definitiva con
Paul Schrader, quien llegó a acudir ante el Sindicato de
Escritores para que su nombre apareciera en solitario como guionista
del filme.
Así,
durante más de una década sus trayectorias transcurrieron
paralelas, instalados ambos en el camino del éxito. Mientras
Scorsese dirigió películas de la altura de Uno
de los nuestros o Casino, Schrader logró hitos
independientes como Touch o Affliction. Aun así,
cuando en 1999 Martin Scorsese decidió adaptar la novela
de Joe Connelly Al Límite (Bringing Out the Dead),
supo inmediatamente a quién recurrir: "Cuando leí
el libro pensé '¿quién podría comprender
la crisis espiritual de este personaje, que cada noche conduce
por el West Side de Nueva York?'. El único guionista que
conozco capaz de introducirse en el alma de ese hombre es Paul
Schrader".
Veinticinco años
después de Taxi Driver, su director y guionista
volvieron a reunirse en Al límite para cerrar algunas
de las cuestiones que su primera película había
dejado abiertas. "La comparación entre ambas películas
es inevitable", reconoce Paul Schrader. "Queríamos
que esto fuera un final antes que una secuela. Travis Bickle quiere
estar sólo; este personaje quiere encontrar a alguien.
Al límite es una versión más adulta
de las convulsas emociones que Marty y yo sentíamos hace
venticinco años".
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