Por
Alejandro del Pino
En el relato mítico, el viaje exterior
simboliza un itinerario personal que lleva a sus protagonistas
a desembarazarse de algunas cargas de su pasado y descubrirse
a sí mismos. Una aventura vital repleta de obstáculos
y contratiempos que configura la personalidad de los que la
emprenden y en la que lo importante no es el final sino el camino,
el viaje en sí mismo. Las roads movies pueden
considerarse una actualización puramente cinematográfica
de ese viaje mítico, en las que en vez de laberintos,
cuevas, dioses y monstruos hay carreteras secundarias, pensiones
desconchadas, pueblos polvorientos y personajes periféricos.
Y
tu mamá también es una road movie protagonizada
por Luis (Gael García Bernal) y Tenoch (Diego Luna) -dos
jóvenes mexicanos mucho más ingenuos de lo que
quieren aparentar y con unas ganas inmensas de vivir intensamente-
y Luisa (Maribel Verdú), una española de 28 años
que necesita cambiar de aires y recuperar el tiempo perdido.
El viaje que emprenden hacia una playa solitaria, y tal vez
inexistente, cambia sus vidas y les da una visión distinta
de sí mismos y de la compleja y desbordante realidad
que les rodea.
El realizador Alfonso Cuarón ha conseguido
tejer un relato cinematográfico sólido y de ritmo
contagioso (ganador del Premio al Mejor Guión en la última
edición del Festival de Venecia) que nos enfrenta de
lleno a la realidad múltiple y deslumbrante del México
contemporáneo. Desde el vértigo de la capital,
con sus barrios residenciales de lujo y sus manifestaciones
pro-zapatistas, a una playa paradisiaca ajena aún a la
"gangrena turística". A Cuarón le interesa
tanto describir la evolución personal de los tres protagonistas
como el contexto social que les rodea, en una lúcida
y fluida propuesta narrativa cuyo objetivo es demostrar que
el destino individual no puede desligarse del colectivo.
El gran acierto de Alfonso Cuaron ha sido la
elección del dúo masculino protagonista, cuya
vitalidad y espontaneidad interpretativa fue también
recompensada en el pasado Festival de Venecia con el Premio
Marcelo Mastroianni. La compenetración y complicidad
entre Diego Luna y Gael García Bernal es sorprendente,
dando espontaneidad, credibilidad y fuerza a un film que de
otra forma difícilmente lo hubiese conseguido.
Destaca
también el ingenioso uso de la voz en off, que
no sólo sirve para darnos datos sobre el contexto familiar
y social de los tres protagonistas sino también como
contrapunto formal y moral, como una especie de "Pepito Grillo"
o de anotación al margen que hace reflexionar al espectador.
Otro de los atractivos del film es la banda sonora, tan ecléctica
como acertada, con temas de Molotov, Plastilina Mosh, Café
Tacuba, Flaco Jiménez, Bran Van 3000, Brian Eno o Frank
Zappa, insertados con inteligencia, sentido común y bastante
buen gusto.
En el apartado de las objeciones podríamos
señalar la falta de espontaneidad de Maribel Verdú
y su escasa convicción en las escenas de mayor fuerza
dramática, así como el final algo precipitado
de la cinta: que contesta todas las preguntas planteadas pero
carece de matices. También se le podría criticar
a Cuaron la escasa sutileza con la que resuelve algunas secuencias
donde quiere realzar el discurso crítico, o la utilización
estratégica de ciertas artimañas efectistas como
comenzar la película con una escena de sexo.
Para finalizar una curiosidad que es a la vez
una advertencia. Los protagonistas masculinos hablan en chilango
(una especie de jerga dialectal de México D.F.) y el
espectador español tendrá que esforzarse mucho
para no perder el hilo en muchos diálogos. Para remediar
ese problema, la web oficial de la película incluye una
especie de diccionario en el que se explica el significado de
palabras como chela, chingar o chubi.
|