Por
Manuel Ortega
El género jurídico-militar siempre ha dado mucho
juego a lo largo de la todavía escasa historia del cine. Los
galones puestos en entredicho siempre ha sido un producto atractivo
tanto para los que están a favor del militarismo como de los
que estamos en contra, ver en aprietos al que aprieta, indefenso
al que nos "defiende". Eso. Pero el cine americano mentecato,
cerril, decididamente gilipollas e insustancial que tanto gusta
al espectador medio yanki (es terrible que en las votaciones
de IMDb de los lectores esta bolsa de basura tiene de media
6,2, mientras que obras tan dignas, divertidas y francamente
interesantes como 2013:Rescate en LA o El hombre sin
sombra tengan 4, 7 o 5,4, respectivamente) nos endilga una
nueva muestra de sus deposiciones. Ahora citaría a Federico
Trillo si no les tuviera más respeto que ese señor al congreso.
Tenemos
a una abogada de corte republicano casada con un fornido hombretón
que practica el bricolaje en una gran mansión rústica sita en
el centro del paraíso. Tenemos la búsqueda desesperada del mantenimiento
de su especie. Tenemos un intento de robo frustrado y un paseo
por una calle llena de luces y de gente que anda con regalos
y sin prisas. Tenemos un vendedor de perritos que hace unas
señas, una explosión y un montón de policías que maniatan y
maltratan al fornido hombretón aficionado al bricolaje. Entonces
empezará a descubrirse toda la verdad. Pero, ¿nada más que la
verdad?
Sigo. La pobre mujer se entera de que su marido
está acusado de matar a civiles en el Salvador (por cierto,
patria del mejor jugador de fútbol de la historia) y que se
tiene que enfrentar a un consejo de guerra en el cual ella lo
defenderá. Con la ayuda de un abogado alcoholizado como en Veredicto
Final. Pero ¿a quién le importa? Mágico González sí que
jugaba de cine, recuerdo el gol desde el medio del campo que
le metió a Alba el portero del Santander. Magnífico, extraordinario,
como era antes Morgan Freeman. Ahora se consume con menos dignidad
que el mago en subproductos vergonzantes. Y es el mismo que
pendía de una cuerda, adornando el tétrico salón del poblado
de la obra maestra de Eastwood, Sin perdón. Obra maestra,
por cierto, el túnel que le hizo Jorge a aquel defensa del Bilbao,
utilizando el tacón de una pierna y el exterior del otro pie.
Al
final llegó el final y el juicio se suspende por falta de pruebas.
Toda la emoción al garete. Pasamos al thriller de psicópata
del estilo "fornicando con su enemigo". Susurros en el cine,
yo lo sabía Juani, yo lo sabía, si es que estaba claro desde
el principio, ¿no te fijaste en aquel detalle? Un guión en EEUU
es ya sinónimo de queso de gruyere. Un director que prometía
se ha convertido en un deficiente artesano. ¡Niños al salón!
Powerful gentleman is Mr Dollar o viceversa. Empezó con
Un paso en falso y ya lleva tropecientos. Y lo que te
rondaré morena.
Hace menos de un año Mágico González volvió
a Cádiz para jugar un partido benéfico a favor de las víctimas
de los desastres naturales de El Salvador. Contra estos se puede
organizar un partido de fútbol y llenar las gradas con gente
que deje lo que pueda en las taquillas. Sin duda es una causa
justa. Pero que se llene un cine con este desastre artificial,
artificioso artefacto del Satán del cine, por una causa tan
injusta como la que profesa, empieza a preocuparme sobremanera.
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