Por Juan
Antonio Bermúdez
Un personaje tópico y una circunstancia
típica, una psicoanalista argentina víctima de la dictadura
y exiliada en Nueva York, se redimen en esta película a partir
de un formidable hallazgo de guión: la doctora pierde la oficina
donde pasa consulta por capricho de la especulación inmobiliaria
y decide instalarse en una roulotte. Por su diván portátil
irán pasando así algunos ejemplares de la extravagante fauna
humana neoyorquina, formulando una (poco novedosa pero siempre
enriquecedora) metáfora de toda la metrópolis como gigantesca
jaula de locos.
Es
en ese anecdótico tronco de road movie urbana y en su
pintoresco inventario de vidas al borde donde este primer largometraje
de la chilena Cecilia Barriga se gana todo su interés. Cuando
el curso de la película se decanta hacia el revelado del tenebroso
pretérito de su protagonista, en otra vuelta de tuerca psicoanalítica,
zumba de nuevo el eco gastado del tópico. Y en ello colabora
claramente la actriz Leonor Benedetto (conocida en España por
un papel completamente distinto, el de la monja de Un lugar
en el mundo), compatriota de su personaje en la película,
la doctora Kaplan, y prototipo de psicoanalista argentina, en
una interpretación tan fielmente sofisticada que a ratos resulta
insoportable.
Las sociedades latinoamericanas
apenas han empezado a hacer la digestión de su horror histórico
y para ello es necesario que el cine, la literatura y la cultura
en general hablen e inviten a hablar sobre los agujeros negros
de su pasado inmediato. Por eso hay que darle siempre la bienvenida
a cualquier obra que tenga ese propósito. Lo que ocurre en Time's
Up es que el uso forzado de mecanismos propios del thriller
psicológico para exponer la denuncia resta bastante verosimilitud
y termina por impedir que se desarrolle y funcione bien como
filme de intriga, como filme político o como comedia, que ya
para colmo es el género en el que la han encasillado promocionalmente.
Y además se da una especie de
contagio de la forma y el contexto a la dimensión "comprometida"
de la historia que hace que todo adquiera un cierto tufillo
sublimado tan del gusto de cierta progresía yanqui y europea
que revisita deslumbrada el horror latinoamericano desde la
mala conciencia y el espíritu de aventura. Para ellos (¿para
nosotros?) parece hecha Time's Up, aunque la experiencia de
la directora Cecilia Barriga sea desde luego mucho más cercana
y la película tenga así una raíz sincera.
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