Por Alejandro
del Pino
A la industria del cine
le gusta mirarse en el espejo aunque la imagen que le devuelva
no sea precisamente favorable. Con más o menos acierto
muchos directores han querido reflejar los entresijos de un rodaje
cinematográfico, su explosiva combinación de rutina
y glamour, de pretensiones artísticas y exigencias
mercantiles. Una paradójica forma de mitificar el mundo
del séptimo arte exhibiendo sus miserias y sus trucos pero
mostrando también su lado más tierno y humano, su
magnetismo irresistible y adictivo.
State
& Main, el último proyecto cinematográfico
del polifacético creador estadounidense David Mamet (dramaturgo,
novelista, articulista, guionista y realizador), narra las desventuras
que sufre un equipo de filmación de Hollywood en un pequeño
y pintoresco pueblo de Nueva Inglaterra que sirve de escenario
para una película ambientada en la segunda mitad del siglo
XIX. Su llegada transforma el pueblo y a sus tranquilos (que no
ingenuos) habitantes cuya filosofía vital les emparenta
con otros "pueblerinos" ilustres como los de la serie
televisiva Doctor en Alaska.
Mamet retrata con tanto
humor como complicidad los problemas propios de un rodaje, desde
las complicaciones logísticas que surgen a última
hora a los caprichos y excentricidades de dos actores estrellas,
pasando por las dudas morales e intelectuales que experimenta
un guionista, la codicia sin límite de un productor sin
escrúpulos o los problemas cotidianos de los miembros del
equipo técnico. State & Main es una comedia
inteligente y vitalista, de estructura coral y sólido engranaje
narrativo, que juega con los estereotipos pero consigue trascenderlos
al evitar la valoración fácil y esquemática.
Se produce un proceso de corrupción y transformación
mutua, que no deja a nadie libre de culpa pero tampoco condena
a nadie de forma categórica.
El resultado es una película
ágil e inteligente, un divertimento sin grandes pretensiones
pero cuya excusa argumental le sirve a Mamet para incidir en las
constantes argumentales de su obra: el engaño, el poder
de las apariencias, el arrepentimiento, el conflicto entre lo
nuevo y lo viejo... Un film heredero de las comedias de Preston
Sturges, salpicado de guiños y referencias cinéfilas
y en el que podemos encontrar semejanzas con Lubistch o las películas
menos autobiográficas del Woody Allen de los noventa.
Curtido como guionista
(El cartero siempre llama dos veces, Los intocables
de Eliott Ness, Vanya en la calle 42,...) Mamet consigue
en este film mostrar la alta calidad técnica de su escritura
cinematográfica, dotando a una obra menor de fuerza y convicción
suficiente para satisfacer a los espectadores más exigentes.
Aunque al final, State & Main deja una cierta sensación
de vacío, la extraña intuición de que el
guionista de La cortina de humo no ha hecho más
que un eficaz ejercicio de estilo, tan entretenido como prescindible.
En todo
caso, Mamet ha sabido rodearse de un buen elenco de actores encabezados
por Alec Baldwin y Sarah Jessica Parker, que encarnan a las dos
caprichosas estrellas de la película que se va rodar: Bob
Barrenger (A. Baldwin) que siente una peligrosa atracción
hacia las jovencitas y Claire Wellesley (S. J. Parker) que se
resiste a hacer una escena de desnudo pactada de antemano. Junto
a ellos destacan Doug Mackenzie en el papel de director, Philip
Seymour -interpretando al guionista y de algún modo alter
ego de David Mamet- y Rebecca Pidgeon, la espiritual y lúcida
dueña de la librería local.
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