Por
Javier Pulido Samper
Quizá Shrek fuera aclamada por la crítica
y público como la cinta de animación de la temporada anterior.
Sin embargo, detrás de las supuestas dosis de ironía y gamberrismo,
más que basadas en la herencia de Pixar, el filme escondía un
mensaje reaccionario y simplón. Lo cierto es que el máximo responsable
de la división de animación en Dreamworks, Jeffrey Katzemberg,
no despejará las dudas creadas con su nuevo producto: Spirit,
el corcel indomable, que ha pretendido aprovechar el nombre
de marca de su equipo técnico y creativo, y ha salido muy mal
parado.Y es que el nuevo producto de animación de la compañía
es aburrido, desfasado a conciencia y decepcionante. Es una
cinta que funcionaría mejor como un episodio de la década de
los 50 de "El fantástico mundo de Disney" a finales
de los 50 que como reclamo para llevar a las familias al cine.
La
película pretende dibujar una acuarela de parte de la historia
mítica de Estados Unidos a través de los ojos de un caballo
que se niega a ser domado, con un omnipresente tufo a políticamente
correcto en cada fotograma, y con el espíritu post-11 de septiembre
de nuevo en la agenda. Y para ello opta por una decisión estética
(más que artística) arriesgada, al renunciar a que los animales
protagonistas se expresen en términos humanos, una apuesta que
podría funcionar de no ser por la forma ramplona y reduccionista
en que ha sido llevada a la práctica. Y es que en todo momento
la expresión de los rostros de los animales corresponden a gestos
faciales humanos, desde los tics a lo Stallone del corcel protagonista
a los contorneos de su enamorada (sic), más propios de una muñeca
Barbie que de un équido. Aún peor, se ha recurrido a una voz
en off para dar forma a los pensamientos del caballo a cargo
del horrible Matt Damon, que debería haber aprendido de su desastrosa
aventura previa en el campo de la animación con Titán AE. Líneas
tan risibles como "un caballo debe hacer lo que debe hacer"
son moneda común en el filme.
Así, sin coreografías musicales, sin bromas privadas
o guiños al espectador (la clase de material que suele funcionar
en el último cine de animación) Spirit no encuentra su
lugar en el mundo. De un lado pretende ser fiel a la historia
que cuenta, pero por cada plano de caballos galopando, obtenemos
un paquete de escenas en las que los responsables del filme
trasladan las emociones animales en términos humanos, intentando
crear una historia de coraje, rebelión y sacrificio con unas
imágenes que no son capaces de hablar por sí solas, y es que
el guionista John Fusco (responsable de las dos entregas de
Arma joven) no parece confiar en el equipo creativo encabezado
por Kelly Asbury y Lorna Cook para que así sea. Y como las desgracias
nunca vienen solas, se ha recurrido a las baladas melifluas
de Bryan Adams para ilustrar la odisea del caballo indomable,
uno de los atentados más despiadados que uno ha visto en una
sala comercial en mucho tiempo.
Spirit solo tiene un atributo destacable,
y es que Dreamworks cuenta con un equipo de animación capaz
de las mayores proezas a nivel técnico. La cinta combina la
belleza de la animación realizada manualmente con toques de
fluida animación por ordenador que casan muy bien en las escenas
de la manada galopando sobre las praderas en la secuencia inicial
o en el efecto visual de la hierba meciéndose con el viento,
duplicando a la perfección el movimiento cinético de la cámara.
En el filme, los movimientos de los caballos han sido renderizados
a la perfección, y los orgánicos escenarios gozan de una intensidad
hiperreal, pero en conjunto, la animación es tan floja y tan
poco envolvente como la maniquea historia que cuenta Spirit.
Apele a la paciencia de sus niños para el estreno en DVD.
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