Ficha técnica

 

 


La soledad era esto

Volver a empezar

Por Alejandro del Pino

Fragmentada, confusa, desolada, arrepentida, solitaria..., Elena (Charo López) es una mujer en plena madurez que necesita re-descubrir su propia identidad en un momento crítico de su vida. Su madre, con la que mantenía una relación poco cordial, acaba de morir, su matrimonio con un próspero productor musical se está desmoronando y el trato con su única hija no deja de ser frío y distante a pesar de sus esfuerzos. A través del descubrimiento del diario de su madre y de los apasionados informes que le envíe un detective que ella misma ha contratado para que le espíe, Elena va encontrando pistas que le ayudan a reconstruir su propia existencia, en una especie de ascenso de los infiernos que le permite salir del túnel en el que se encuentra atrapada, tomar decisiones aplazadas una y otra vez y reconciliarse consigo misma y aquellos que le rodean.

La soledad era esto, el octavo film del director argentino Sergio Renán, adapta la novela homónima de Juan José Millas que obtuvo el Premio Nadal en 1990. Renán es un realizador veterano que debutó en 1974 con otra adaptación literaria, La tregua de Mario Benedetti (nominada a los Oscar como Mejor Película de habla no inglesa) que en esta ocasión ha contado con la colaboración de dos guionistas experimentados, M. Matji y A. Bornitk. Rodada en Madrid y Bruselas, La soledad era esto está protagonizada por Charo López, a quien acompaña un buen elenco de secundarios (Ingrid Rubio, Ana Fernández, Carlos Hipólito, Ramón Langa, Iñaki Font,...). Pablo Ortiz ha compuesto la banda sonora (jazz lánguido y descafeinado) y Juan Amorós se ha encargado de la fotografía.

La base literaria es un relato intimista y poético, carente quizás de brillantez y ambición narrativa pero que consigue tejer una delicada e irónica reflexión sobre la búsqueda de la identidad a partir de las aparentemente insignificantes preocupaciones cotidianas de una egocéntrica antiheroína contemporánea. Lo que en el texto literario es sutileza paradójica, indagación emocional y lucidez irónica se transforma en el filme de Renán en redundancia narrativa, exploración sentimental vacía y afectada y una sucesión de escenas de rancia cursilería melodramática.

Sergio Renán ha realizado una película tan correcta como aburrida que aunque logra describir (incluso explicar) la encrucijada vital que vive la protagonista de la novela de Millas, no trasmite la intensidad emocional que conlleva la dolorosa reconstrucción de su identidad a partir de la palabra y la mirada de otros (la madre, el detective). Interrogarnos sobre nosotros mismos y cuestionar la solidez del mundo que nos rodea sólo es posible si a la vez se realiza una deconstrucción (o al menos una reflexión) del lenguaje que utilizamos para expresar esas dudas. Una deconstrucción que de un modo muy personal se opera en la escritura Juan José Millas pero que Renán obvia, quedándose sólo con el desarrollo narrativo superficial del texto original.

La soledad era esto es una película corta (dura apenas 86 minutos) que se hace larga con un manejo tosco del ritmo cinematográfico y del equilibrio dramático. Mientras la evolución de algunas situaciones, como la relación entre Elena y su marido, se explica detalladamente, otras que son igual de importantes en la transformación de la protagonista (la relación entre ésta y su hija) se resuelven en un par de escenas inconexas y difícilmente justificables. A su vez, la potencial fuerza simbólica de personajes e historias paralelas como la del detective (una especie de ángel de la guarda de salud delicada) queda reducida a un mero retrato involuntariamente caricaturesco. Igualmente la soterrada critica a los ex-revolucionarios covertidos en social-democratas emprendedores no pasa de ser un detalle anecdótico.

El tono afectado y lánguido de la película alcanza también a su principal protagonista, Charo López (Elena) quien, a pesar de mostrar oficio y entereza en un filme que se recrea en ella durante la mayor parte del metraje, no logra trasmitir la desorientación emocional que vive su personaje. El resto del reparto cumple su cometido con más oficio que pasión. Ramón Langa (el marido) dota de cierta credibilidad a un personaje antipático y plano, Ingrid Rubio (la hija) muestra bastante solvencia y seguridad escénica, Iñaki Font (el detective) se esfuerza por dar consistencia a su desaprovechado personaje y, en sus breves apariciones, Ana Fernández y Carlos Hipólito interpretan con convicción a los dos hermanos de Elena.

 

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