Por José
Antonio Díaz
Ashley Judd confirma en su penúltimo
trabajo que en los EE.UU, para la mayoría de los actores (y
para los directores, y para los guionistas, y...) el desprestigiado
cine independiente no representa más que un trampolín accesible
para alcanzar el estrellato y hacerse de oro en el cine de la
industria. La diferencia con otras cinematografías es que por
lo menos los protagonistas de estos cambios tan bruscos en sus
carreras no lo ocultan e, incluso, en algunos casos, directamente
lo pregonan con orgullo, en un país donde el éxito profesional
tiene una transcendencia inconcebible en un país de tradición
católica como España.
Así, que una actriz como Ashley
Judd pase de protagonizar en los comienzos de su carrera Rubi
en el Paraíso a esta comedia rosa de ambiente laboral con
título tan revelador como Alguien como tú (en el original)
es algo tan asumido en el país de las barras y las estrellas
como la libertad religiosa o la economía de mercado: no tiene
sentido discutirlo.
Estructurada
argumentalmente en torno al paralelismo entre los desengaños
amorosos de su protagonista femenina y la publicación de unas
columnas periodísticas en las que va construyendo una vengativa
y despectiva tesis sexual para explicar la infidelidad de los
hombres, la historia de Siempre a tu lado acumula todos
los convencionalismos habidos y por haber del cine blando y
edulcorado indisimuladamente destinado a contentar al mayor
número de espectadores.
Pero la modestia de su puesta en
escena, con diálogos puestos al servicio de la historia y no
del ingenio por el ingenio (plaga en el cine contemporáneo),
así como, sobre todo, la simpatía de unos personajes tópicos
pero moderadamente simpáticos ayudan a que, como en una aceptable
serie de televisión, no resulte insufrible seguir la trama aunque
sólo sea para compartir un rato con ellos y confirmar su suerte
final.
Además, la propia Ashley Judd
y, sobre todo, Greg Kinnear están lo suficientemente convincentes,
especialmente cuando coinciden en pantalla, como para que algunas
escenas de la primera mitad de la cinta nos hagan olvidar que
según avancemos en su visionado la comedia va a ir desapareciendo
para dejar paso a la enésima versión del melodrama romántico
con final feliz sacado del molde favorito de la industria y
con moraleja tan mostrenca y políticamente correcta como la
expresada en el título usado en los cines españoles.
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