Por Juan
Antonio Bermúdez
Curtida como guionista en dos
auténticas joyas del cine francés contemporáneo, La vida
soñada de los ángeles (1998) y El pequeño ladrón (1999),
Virginie Wagon ha debutado como directora de largometraje con
la lealtad a ese culto a la observación minuciosa de lo cotidiano
tan profesado por su maestro Eric Zonca.
El
secreto consigue así revisar con una mirada apasionante
un tópico argumental clásico, un triángulo amoroso y sus derivados
conflictos entre fidelidad y deseo, con una exquisita atención
hacia los motivos y los sentimientos de cada personaje y con
loables regates a la omnipresente tentación de la moralina.
No se trata desde luego de un
triángulo equilátero, puesto que la historia se tensa a partir
de Marie, el personaje femenino, excepcionalmente dibujado en
el guión y remarcado desde los gestos mínimos y los rasgos duros
de Anne Coesens, una actriz prácticamente desconocida que impregna
su papel de una presencia poderosa en la que se mezclan lo distante
y lo cercano, lo sofisticado y lo natural, la ternura y la tormenta.
Como no podía ser menos en una
película en la que pesa tanto lo interpretativo, Anne Coesens
encuentra una réplica digna en Michel Bompoli, su marido en
la ficción, perfecto prototipo atemporal del hombre corriente,
y en el estrafalario tercer ángulo, el gigante afroamericano
Tony Todd (conocido por Candyman (1992), donde interpretaba
a un monstruo), objeto de deseo sublimado como arquetipo de
lo carnal más que de la pasión exótica.
Sostenida
sobre unos diálogos brillantes que muchas veces hacen equilibrio
en el filo de lo verosímil, El secreto avanza así lenta,
ceremoniosamente, con el ritmo de lo cotidiano, sin apenas estridencias,
aunque lo que muestre en la historia principal y en algún que
otro afluente (como en el anuncio de la enfermedad de la madre
de la protagonista) abra heridas y provoque lágrimas.
Y aunque las últimas escenas
parezcan proponer algunos desenlaces, la película tiene el mérito
de no agotar la vida y la voluntad de sus personajes, de no
decidir por ellos. "Yo no respondo del futuro de la pareja Marie-François.
El final está abierto y los espectadores son los que tienen
que encontrarlo" explica Virginie Wagon.
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