Por Alejandro
del Pino
Un cínico y brillante actor
homosexual (Eusebio Poncela) recurre a ritos esotéricos
para intentar recuperar un amor perdido. Un apuesto joven obsesionado
por mantenerse en forma (Enrique Alcides) se enamora de una
pintora entrada en la cuarentena (Angela Molina) que se encuentra
en plena crisis sentimental y creativa. Los contrarios se atraen,
los seres humanos estamos hechos de contradicciones y durante
nuestras vidas vamos tejiendo una complicada telaraña
de relaciones en la que a veces somos cazadores y otras víctimas
indefensas.
Este
es el punto de partida de Sagitario, el debut en la dirección
del crítico y estudioso cinematográfico Vicente
Molina Foix que ha sido producida por Fernando Colomo. Aunque
el peso de la historia recae en sus tres protagonistas principales,
Sagitario es también una película coral
donde hay numerosos personajes secundarios cuyo presencia es
trascendetal en el desarrollo de la trama. Según el propio
director, el objetivo ha sido realizar una "fábula contemporánea
(...) cuyos personajes coincidieran con personas que hoy mismo
circulan por las calles de las grandes ciudades". De esta forma
Molina Foix propone otra nueva vuelta de tuerca al fecundo tema
de las vidas cruzadas, utilizando como decorado el Madrid insulso
y aletargado de finales de la década de los 90.
El crítico ha demostrado
que es capaz de ser un director precavido y astuto, cuya experiencia
en otros frentes cinematográficos (también ha
adaptado los diálogos de varias películas de Stanley
Kubrick y fue ayudante de dirección de Jesús Franco)
le ha permitido evitar los defectos propios de los debutantes.
Parece que se ha temido que iba a ser analizado con lupa y ha
puesto todo su empeño en realizar un film correcto y
sin excesos, que habla de temas serios pero esquiva conscientemente
el tono grave y trascendente.
El
resultado es un inteligente divertimento construido a partir
de dialogos ingeniosos que tienen la virtud de no resultar cargantes,
una tragicomedia urbana en tres actos que aunque no emociona
ni conmueve, si logra interesar y entretener. Se echa en falta
algo más de entrega personal y de riesgo creativo, pero
se agradece la solidez de sus diálogos, su guión
vigoroso y compacto, su gran sentido del ritmo y del humor y
el buen oficio que demuestra a la hora de adaptar un argumento
de intensa carga literaria al lenguaje cinematográfico.
Otro de los elementos destacables
de Sagitario es su reparto encabezado por Angela Molina,
Eusebio Poncela y Enrique Alcides a los que acompañan
otros actores conocidos como Mirtha Ibarra, Ana Torrent o Héctor
Alterio, nuevas promesas como Daniel Freire o la sorprendente
María Isasi (hija de Antonio Isasi-Isamendi y Marisa
Paredes), y un enigmático y silencioso Bob Wilson en
su debut como actor de cine.
Angela Molina muestra una vez
más su oficio y sus enormes dotes de seducción
en un papel que potencia sus mejores virtudes. Eusebio Poncela
corre el peligro de encasillarse al repetir el tipo de personaje
que encarnó en Martín Hache, aunque esta
vez logra cuajar una interpretación más matizada
y menos grandielocuente. Por su parte, Enrique Alcides cumple
con convicción y buenos modos su papel y demuestra tanta
soltura como vitalidad interpretativa.
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