Por Francisco
Javier Pulido
La figura del estafador de poca
monta ha sido objeto de revisión a lo largo de la historia del
cine por parte de los directores más dispares. Se trata en la
mayoría de los casos de películas que, sin ninguna intención
moralista, buscan decididamente crear una sensación de complicidad
con el espectador, que se siente partícipe de las farsas urdidas
por los personajes. En este subgénero podrían inscribirse títulos
como El Golpe de Roy Hill o las más recientes Casa
de juegos de David Mamet o Granujas de medio pelo,
de Woody Allen. Sin lugar a dudas, el debut en la dirección
de Fabian Belinksy podría inscribirse en esta tradición, incorporándose
de paso al plantel de prometedores títulos con que nos viene
obsequiando el cine argentino en los últimos años como Plata
Quemada, Felicidades o Un amor de Borges.
La
trama se articula en torno a dos timadores de segunda conocidos
de manera aparentemente casual y que se encuentran ante la oportunidad
de su vida. La venta de una serie de sellos falsos conocidos
como Las Nueve Reinas a un empresario español podría solucionar
los acuciantes problemas económicos que ambos atraviesan.
Lo propuesto por Belinsky en
el filme es un vigoroso ejercicio de estilo construido en torno
al engaño. Sin el menor ánimo de profundizar en las razones
que les impulsan a ello, absolutamente todos los personajes
del filme mienten en algún momento de la proyección. Mentiras
que van entrelazándose y que dan, como resultado, de manera
inconsciente, una venenosa radiografía de la sociedad porteña,
donde en cualquier momento el estafador puede convertirse en
estafado. Y es que, tal y como se dice en la película, "putos
no faltan, lo que faltan son inversores".
Lo paradójico, y ahí reside el
principal acierto de Nueve reinas, es que esta feria
de la mentira acaba extendiéndose más allá de los fotogramas
de la película. Hilando muy fino, llegando en ocasiones a la
manipulación explícita, Belinksy conduce al espectador hacia
donde desea para posteriormente, mediante giros habilísimos
del guión, acabar dejándole con la sensación de que él también
puede ser estafado.
Lo verdaderamente sorprendente
de esta inteligente mezcla de thriller policial y comedia ácida
es la renuncia, desde el primer minuto, a cualquier tipo de
artificio. No hay en Nueve reinas complicadas tramas,
desafios a la paciencia del espectador ni espectaculares persecuciones
ni explosiones. Al contrario, toda la acción se desarrolla en
escenarios naturales.
Para
reforzar esa sensación de cotidianeidad, el "podría pasarte
a ti" que se erige en leit-motiv de la película, Nueve
reinas transcurre en un corto espacio de tiempo, 24 horas,
que permite al director concentrar todo el magnetismo hipnótico
que destilan las dos horas de proyección en el excelente dueto
compuesto por el veterano y espléndido Ricardo Darín y Gaston
Pauls, conocido en nuestro país por títulos como la chilena
Nueces para el amor. Respaldándolos, encontramos un reparto
coral que parece contagiarse de la química existente entre ambos
actores.
A la espera de nuevos títulos
que refrenden algunos de los aciertos aquí conseguidos, Belinksy
consigue dar una nueva vuelta de tuerca al cine negro de género,
descendiendo a pie de calle para narrar con inusual soltura
para un director novel uno de los más sugestivos títulos aparecidos
recientemente en nuestras carteleras.
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