Por David
Montero
Jugando distraidamente con la ruedecilla
del dial de la radio, una vez que se aclaró el cris cras
del vacío y las voces se hicieron nítidas, reconocí
a Carmen Maura que hablaba con creciente entusiasmo del estreno
de su última película, El Palo, en una emisora
de alcance nacional. La actriz dio una respuesta que me intrigó:
según ella, se había divertido de lo lindo leyendo
el guión y tenía muchas ganas de interpretar el
papel de Mayte en el filme, sin embargo sólo lo haría
si Eva Lesmes, directora de la cinta, le aseguraba que el reparto
podría mantenerse a su nivel. "De otra forma",
afirmaba,"la película se hubiera venido abajo".
No
habría comenzado mi crítica así si no estuviera
de acuerdo con Carmen Maura, aunque debo aclarar que sólo
de forma parcial. El Palo es una película de actrices,
un filme pensado para sacar el mayor partido posible a las interpretaciones
del cuarteto protagonista que se ve en la siempre difícil
tarea de hacer reir al personal. En este caso, el trabajo de éstas
es encomiable y, si no hubiera sido así, el filme tendría
escasas posibilidades de salvación, pero conviene recordar
que además que son necesarias muchas más cosas para
que se de el milagro de la comedia. Por eso dudo de que me hubiera
reído tanto como Carmen Maura leyendo el guión de
El Palo.
La premisa de la que parte la película
es indudablemente atractiva. Lola es madre de un niño
y limpia un banco todas las mañanas para ganarse la vida
y evitar volver con su marido, un policía con las manos
bastante largas. Cuando se entera de que su suegra piensa vender
la casa en la que ella vive de prestado, agobiada por sus circunstancias
económicas, decide robar el banco en el que trabaja. Para
ello recluta un equipo de lo más heterogéneo: una
viuda arruinada tras la muerte de su marido que se siente incapaz
de negar todos los caprichos de sus odiosos niños pijos,
una macarra experta en forzar teléfonos públicos
y una peluquera embarazada sin dos dedos de frente.
Sin embargo, tras el planteamiento
inicial la película baja el nivel de intensidad y las situaciones
pierden gas a pasos agigantados para desembocar en un final flojo
y caótico. Desde ese momento sólo nos queda disfrutar
con las buenas interpretaciones de las protagonistas. En este
sentido cabe destacar el buen trabajo de la debutante Malena Alterio
que ejecuta a la perfección el papel de Pecholata, moviéndose
como pez en el agua entre actrices de la talla de Carmen Maura,
Adriana Ozores (como siempre estupenda) y Maribel Verdú.
Lo dicho: de acuerdo con Carmen Maura sólo a medias.
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