Por
David Montero
En el mundo radiofónico existe una expresión
que, en ciertas ocasiones, convendría extrapolar al mundo
del cine. Me refiero a la consabida "radio-fórmula".
Básicamente por "radio-fórmula" se entiende
un tipo de prógramas que respetan la norma básica
de ofrecer al público los hits musicales del momento
de una forma joven y desenfadada. El formato se importó
de los Estados Unidos y se comprobó que el asunto funcionaba
también en Europa. El éxito de esta fórmula
consiste sencillamente en que el público sabe lo que va
a encontrar, no hay nada nuevo, al menos en la esencia, y eso
siempre es tranquilizador.
Quizás
sería conveniente tratar de hallar una expresión
equivalente a la hora de denominar ciertas películas, sobre
todo si hablamos de la última ola de comedia romántica
con la que nos obsequia el cine norteamericano desde el éxito
de filmes como Algo para recordar. Cintas del tipo: chico
sinvergonzón y atrevido (existe también la variante
del tímido y retraído) se enamora perdidamente de
una chica encantadora y por el camino descubre las cosas que realmente
merecen la pena en esta vida. Si hablamos de comedia romántica,
ésa es la fórmula y Hollywood nos la ofrece una
y otra vez, aunque, eso sí, cada vez con matices distintos.
Sin embargo, no vamos a encontrar nada nuevo en
¿En qué piensan las mujeres?, filme firmado
por Nancy Meyers y protagonizado por dos actores de bastante peso
en el Star System como son Mel Gibson y Hellen Hunt. La
película cuenta la historia de Nick Marshal, un ligón
machista, descarado y gracioso que un día, debido a un
accidente doméstico, adquiere la extraña capacidad
de escuchar lo que piensan las mujeres.
A partir de ahí, Nick comienza a convertirse
en el tipo sensible y comprensivo que todas ellas desean. La culminación
del proceso le lleva a conseguir el amor de su jefa, D´arcy
McGuire, no sin antes superar un buen número de pruebas
de las que aquí no queremos dar ni una pista. Todo ello
bañado con el ritmo dulzón de las melodías
de Frank Sinatra, en el que se inspira el personaje de Nick Marshall.
La reflexión acerca de las diferencias que
en la sociedad actual separan a los hombres y a las mujeres es
ñoña hasta para una película de este tipo.
De hecho, la historia en sí parte desde la premisa, bastante
estereotipada e incluso machista, de que todas las féminas
desean al mismo tipo de hombre y que lo que piensa una de ellas
lo piensan todas. No me malinterpreten, no estoy pidiendo un estudio
de antropología de los géneros que sustente la película,
pero sí algo más de inteligencia a la hora de tratar
aunque sea de pasada, un tema como éste.
El filme ofrece el aliciente de ver a Mel Gibson
tratando de explotar una bis cómica que a duras penas tiene
y el papel, bastante decente, de Hellen Hunt. Sin duda lo más
divertido es el personaje secundario que interpreta Marisa Tomei,
que además provoca las escenas más graciosas con
el protagonista de la película. En definitiva, una recomendación
exclusiva para amantes del género.
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