Por
Javier Pulido Samper
El cine de animación ha dejado en la pasada década
un reguero de obras capitales que se han convertido ya en producciones
de culto, ya sea en forma de apocalípticos Mangas (Akira),
recurriendo a materiales tradicionales como la plastilina (las
aventuras de Wallace y Gromit) o inspirándose en técnicas antediluvianas
como el stop-motion, con Henry Selick a la cabeza. Pero sin
duda, uno de los campos en los que más aciertos, proporcionalmente
hablando, se han dado es en el de la animación gráfica. Obras
como Toy Story 1 y 2 o Bichos son ya pequeños
clásicos.
Ahora,
con el precedente de Shrek dejando el listón muy alto,
es el turno de los estudios Pixar de refrendar su condición
de maestros del género con Monstruos S.A., nueva alianza
con Disney en la que vuelven a superarse a sí mismos. Si las
producciones antes mencionadas respondían a maneras cinematográficas
clásicas y no se atrevían a eclosionar plenamente, explotando
en consecuencia todo un repertorio de citas cinéfilas, en Monstruos
S.A. lo que menos importa es la trama, tal es la imaginería
visual que se desplega a cada segundo de una producción que
juega a reinventar y moldear las formas.
En esta ocasión el espectador tiene que aprender
a manejarse en un universo en que lo grotesco convive con lo
surreal y en el que las normas son manipuladas a placer. La
película de Pixar subvierte así uno de los mitos infantiles
clásicos, el del monstruo que sale del armario, para dar forma
a una entrañable fábula donde los monstruos son funcionarios
de una fábrica que necesitan los gritos de los niños para poder
abastecer de energía a su ciudad.
Tan original arranque se materializa en una galería
de personajes impagable, desde la pequeña Boo, que literalmente
devora la pantalla, a la pareja de (des)hecho protagonista,
un trasunto de muchas de las parejas cómicas habidas y por haber
en la historia del cine pero que a la vez tiene más fuerza y
química que el 90% de las parejas del cine que nos viene de
Hollywood.
Puede que, al menos en las formas, sea Monstruos
S.A. la película de Pixar más directamente enfocada al público
infantil, pero si se es capaz de mirar más allá de los inevitables
momentos azucarados (encontrarse bajo el paraguas de la Disney
tiene su reverso tenebroso) el resultado es una película impecable
técnicamente, en la que cada píxel está cuidado hasta el mínimo
y que apuesta por un estilo en la construcción de los personajes
desenfadado y divertido, lejos de las clásicas formas del cine
de animación, amén de un guión inteligentísimo y de una imaginación
absolutamente desbordante (la llegada de una niña al universo
de los monstruos causa los mismos estragos que las amenazas
venidas del espacio exterior en las producciones de serie B).
También se recordará Monstruos S.A. por
su espectacular tramo final, con originales perspectivas, enfoques
y desenfoques impensables para una producción realizada por
ordenador y que, a pesar del inevitable happy end, no
debe llevarnos a engaño. Lo último de Pixar certifica definitivamente
el momento de madurez alcanzado por el cine de animación, y
es capaz de legar un rosario increíble de momentos impagables
y honestidad, dando de paso más de una bofetada a tanta estulticia
con ínfulas de modernidad como hay suelta estos días. Un nuevo
tanto para Pixar.
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