Por Carlos
Leal
Viendo algunas escenas de la última película
de Giuseppe Tornatore tuve la desagradable sensación de
estar ante una revisión devaluada de Amarcord. Y
es que Malena guarda relaciones más que notables
con la inmortal película de Fellini, que van mucho más
allá del hecho de que las dos tengan que ver con el desarrollo
de un adolescente que descubre su sexualidad en el entorno de
un pequeño pueblo italiano durante el auge del fascismo.
Ambas comparten el mismo tono levemente nostálgico,
la misma melosidad en el ritmo, la misma indefinición de
una trama que nunca temina de romper. Sin embargo, Tornatore no
es Fellini y eso salta a la vista desde el principio. Lo que en
Amarcord eran virtudes desde luego no funcionan en el caso
de Malena, un filme que se muestra demasiado débil
de principio a fin.
La
película sigue los pasos de Renato Amoroso, que se encuentra
en ese momento de la vida en el que todo adolescente pugna por
entrar en el universo simbólico de los adultos con todo
lo que eso conlleva, desde los pantalones largos hasta la bicicleta
o el afeitado en la peluquería. Y claro, dentro del lote
entra el despertar a la sexualidad, que para todo el pueblo de
Castelcuto está encarnada en la bella hija del profesor
de latín, Malena. En ella encuentra Renato su primer amor
platónico, mientras descubre la hipocresía de un
mundo de adultos que la desea y al mismo tiempo trata de destruirla
como castigo por su belleza.
Casi todo en Malena gira en torno de la
figura de su guapa protagonista, Monica Belucci, a la que la cámara
persigue con la misma devoción onanista que el joven Renato
Amoroso. Pero la película jamás consigue adentrarse
en el personaje, mostrar sus deseos, sentimientos o motivaciones,
lo que mantiene al espectador muy distaciado de la trama incluso
en su contundente final.
Y es una pena, porque Tornatore, director, entre
otras, de la preciosa Cinema Paradiso, vuelve a demostrar
que sabe perfectamente dónde poner la cámara; su
director de fotografía, Lajos Koltai (nominado al oscar),
capta con precisión la belleza de las luces de Sicilia;
Ennio Morricone (también nominado) aporta una de las bandas
sonoras más memorables de su producción última
y todo el elenco de actores, en particular los secundarios, están
impecables. Sin embargo, finalmente las piezas no encajan y Malena,
que pretendía haber sido un emocionante relato del desarrollo,
se queda en drama tedioso.
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