Por
Alejandro del Pino
Ghislain
Lambert es un ficticio ciclista belga, el país del gran Eddy
Merckx, que está destinado a ser toda su vida un gregario, un
proletario del pelotón cuya función principal es trabajar en
la sombra para que el líder de su equipo de turno pueda ganar
etapas y los patrocinadores consigan algo de publicidad que
les recompense por el dinero invertido. Así de poco estimulante
es la vida de la mayoría de los ciclistas profesionales, esforzados
peones de un sistema jerárquico y cerrado donde sólo unos cuantos
elegidos consiguen destacar.
Pero
como si fuese un Quijote contemporáneo, Ghislain Lambert (ingenuo
y testarudo, valiente y orgulloso) se rebela contra el papel
que le han impuesto y a lo largo de su accidentada carrera profesional
trata de demostrar que con esfuerzo, arrojo y un poco de picaresca
puede cambiar su destino y cuestionar las reglas no escritas
del ciclismo de elite. Para intentar triunfar, este discreto
y algo limitado ciclista belga recurre a todo tipo de estratagemas
(incluso al dopaje, al engaño y a la delación) hasta que finalmente
se convierte en una especie de "apestado" del que el resto del
pelotón reniega.
No apta para puristas y defensores ortodoxos
de las bondades del deporte, La bici de Ghislain Lambert
es una tragi-comedia de tono naturalista y espíritu burlón que
nos muestra sin romanticismo los entresijos del ciclismo profesional,
donde el dopaje y el fraude en premios y carreras es más frecuentes
de lo que se supone. Estrenada con bastante retraso en las pantallas
españolas (la película se presentó en el festival de San Sebastián
de 2001) La bici de Ghislain Lambert es una producción
franco-belga dirigida por el veterano Philippe Harel y protagonizada
por Benoit Poelvoorde y José García. Harel retrata con tanta
acidez como ternura las peripecias de un ciclista voluntarioso
pero mediocre (lo peor que se puede ser en un deporte de elite)
a partir de un guión sólido y una cuidada puesta en escena que
recrea la parafernalia mediática y publicitaria que rodea el
mundo del ciclismo, desde las carreras para aficionados a los
grandes eventos como el tour de Francia o el record de
la hora. .
El
film es un homenaje a los ciclistas pequeños y, por extensión,
a todos aquellos que estamos destinados a formar parte del pelotón
de los asalariados (o desempleados) que trabajan para que otros
se lleven la mayor parte del dinero y toda la gloria y el reconocimiento
público. O, parafraseando al actor protagonista Benoit Poelvoorde
(que también ha participado en la elaboración del guión), La
bici de Ghislain Lambert está dedicada a quienes puedan
sentirse identificados con los cientos de espermatozoides que
fracasan para que uno tenga éxito.
Con buen pulso narrativo, Philippe Harel ha realizado
una película tan dura como entrañable que salta con soltura
de lo cómico (hay momentos hilarantes, como la secuencia en
la que Ghislaim se convierte en un efímero héroe mediático por
su condición de "farolillo rojo" del tour) a lo dramático
(como la descripción de los intentos del ciclista de reconducir
su carrera a través de inventos absurdos o de ridículas apariciones
en la televisión). En el apartado de las objecciones se podría
decir que hay algunas partes de las película en las que el ritmo
decae y que ciertas escenas están resueltas con precipitación
y excesiva tosquedad narrativa.
Uno de los grandes aciertos de Philippe Harel
ha sido la elección de Benoit Poelvoorde para el papel protagonista.
Con una interpretación comedida y llena de matices, Poelvoorde
logra dotar de credibilidad y complejidad a su personaje, al
que nos es raro ver herido y malhumorado. Al ciclista de la
triste figura, le acompañan José García (su hermano en la ficción),
el italiano Enmanuel Quatra (que encarna a un veterano y calculador
corredor convertido en un superviviente escéptico del pelotón),
Daniel Ceccaldi (en el papel de director de uno de los equipos
en los que se integra Lambert) y Christel Cornill (que interpreta
a Babette, la esposa discreta del guerrero mediocre).
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