Por
Juan Antonio Bermúdez
Las seis nominaciones de Frida a los Oscar le
hacen absoluta justicia. Lo merece Salma Hayek por ponerle oficio,
empeño y camuflaje a un personaje tan marcado por un físico
ajeno. Lo merece toda la ardiente selección musical de Elliot
Goldenthal y especialmente la preciosa canción que acuna los
títulos de credito. Lo merecen la dirección artística, el vestuario
y el maquillaje por colaborar decisivamente en el derroche de
placer visual que infunden a muchos planos.
Pero
todo ese envoltorio brillante cubre un retrato frívolo e inconsistente
de un fetiche cultural latino trivializado por Hollywood. La
directora estadounidense Julie Taymor y su equipo de guionistas
han reducido la tortuosa y apasionada vida de Frida Kahlo al
capítulo de un culebrón lujoso.
Con deslumbramiento de turistas, han convertido
el contexto palpitante en el que vivieron Kahlo y Diego Rivera
en una burda estampita del México lindo; con la fascinación
del exotismo, han embutido varias décadas apasionantes de la
historia mexicana en un corrido de intelectuales burgueses que
se enzarzaban de vez en cuando (y como por hobby) en ingenuos
debates políticos.
Y no se trata ahora exactamente de descalificar
una a una las "licencias" históricas y biográficas que se van
forzando para que el guión resulte más comercial y atractivo;
no se trata de desatar uno a uno los falsos nudos sobre los
que se sostiene la historia (por ejemplo esa presunta relación
entre Diego Rivera y una hermana de Frida, que da un vuelco
a la película y que los biógrafos han desmentido inmediatamente).
Se trata más bien del tufillo colonial que destila este tipo
de productos en los que la industria cultural estadounidense
se apropia sin demasiado respeto de un icono cultural, lo banaliza
y lo rellena de acuerdo con sus propios intereses.
A su manera, la actriz mexicana Ofelia Medina,
que interpretó antes a la pintora en Frida, naturaleza viva
(Paul Leduc, 1984), lo ha explicado muy bien: "A esta Frida
de Salma Hayek le rasuraron el bigote y las cejas, y tal vez
también le rasuraron las ideas".
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