Por
Juan Antonio Bermúdez
Engancha La ciénaga con esa muy destacable
tradición existencialista de la literatura latinoamericana, complementaria
(y quizá antagonista) del voluptuoso realismo mágico. Como en
los relatos de Rulfo, aquí el paisaje es personaje. El espesor
de una naturaleza despojada de sus tópicos bucólicos es, más que
una metáfora o un contexto, una presencia viva, un ánima. Como
en las novelas de Onetti, aquí nunca pasa nada. Se sobrevive o
se deja pasar la vida resignadamente con una certera conciencia
del fracaso.
La
directora y guionista Lucrecia Martel ha debutado en el largometraje
con esta crónica de una prolífica familia burguesa afincada en
la selva pantanosa del noreste argentino, desposeída de cualquier
aspiración, cocida en su propia decadencia. Y, muy lejos de cualquier
condescendencia costumbrista o mágica, ha escogido un severo registro
cercano a los dogmas contemporáneos del hiperrealismo.
Tiene así La Ciénaga un estilo visual sobrio
(pero ni mucho menos descuidado, la directora sorprende a menudo
en la planificación y en sus efectos), que se corresponde con
una banda sonora completamente despojada, libre de cualquier adorno
y por eso mismo tan intensa y decisiva como la propia imagen.
En un trabajo soberbio de dirección de actores
(al que se pliega especialmente bien Mercedes Morán), la interpretación
añade una potente rúbrica naturalista en la que resulta fundamental
cualquier gesto o cualquier susurro.
Y esa aparente desnudez formal del conjunto es
el molde idóneo para un argumento que no se tensa en un clásico
crescendo, sino en la violencia casi imperceptible de lo cotidiano,
en su propia torsión cíclica, en la brutal inercia de la banalidad
con la que la pantalla asume incluso cualquier accidente, contagiada
por la amarga renuncia de los personajes que deambulan por ella.
Este primer largometraje de Lucrecia Martel fue
reconocido con el premio al Mejor Guión en Sundance y con el Alfred
Bauer a la Mejor Ópera Prima en el pasado Festival de Berlín,
dos merecidas recompensas para un trabajo que certifica la resistencia
artística en un país, Argentina, estrangulado por la crisis económica.
|