Ficha técnica

 

 


Asesinato 1-2-3

Eficaz thriller psicológico

Por Alejandro del Pino

La ejecución consciente de un acto malvado como manifestación extrema de la libertad individual es una inquietante paradoja filosófica que se han planteado numerosos creadores, desde el Marqués de Sade a Albert Camus, pasando por Goethe, Baudelaire, Josep Conrad o Rimbaud. El mundo del cine no ha permanecido ajeno a esta reflexión y desde ópticas muy diversas y con desigual fortuna artística son numerosas las producciones cinematográficas que han explorado las oscuras motivaciones psicológicas que llevan a alguien a cometer un crimen premeditado con el único fin de vivir una experiencia extrema o de superar un reto intelectual.

En este sentido, el caso real de Nathan Leopold y Richard Loeb, dos estudiantes universitarios norteamericanos que asesinaron a un joven de 14 años en 1924 sólo porque querían saber que se sentía al hacerlo, ha inspirado películas tan dispares como La soga de Alfred Hitchcock (uno de sus trabajos más experimentales y estremecedores), Compulsion de Richard Fleischer (con Orson Welles en el reparto) o la inquietante Swoon de Tom Kalin (premiada en el Festival de Sundance de 1992 y una de las muestras más interesantes del cine independiente made in USA).

Dirigida por Barbet Schroeder, Asesinato 1,2, 3 pertenece a esta especie de subgénero del thriller psicológico, y da otra vuelta de tuerca al caso de Nathan y Richard al ambientarlo en la actualidad y añadirle un nuevo foco de interés narrativo: la agente de policía (Sandra Bullock) encargada de la investigación del caso atraviesa una profunda crisis vital que sólo logra superar con la investigación y resolución del mismo. Un interesante matiz que enriquece el punto de partida argumental al crear dos tramas paralelas y fortalecer la ambigüedad de la intriga, pero que Schroeder finalmente desaprovecha por quedarse en la epidermis de ambas historias (que engarza de forma algo forzada y tramposa) sin profundizar con solidez en ninguna de ellas.

El director de El misterio de Von Bulow sabe lo que se trae entre manos, pero no logra controlar el ritmo de la película (sobre todo en su parte final) y se excede en su afán por dotar de imprevistos giros narrativos el desarrollo de la trama. Ornamentos innecesarios que muestran la astucia de este creador de origen iraní pero no logran camuflar la debilidad del análisis que intenta llevar a cabo sobre el lado oscuro de la naturaleza humana (por muchas referencias de psicología de manual que haga). Con un guión salpicado de imprecisiones y un trabajo bastante esquemático en la construcción de los personajes, la cinta de Schroeder cae además en la mitificación de los actos "alegales" que se ven obligados a adoptar algunos policias vocacionales como única vía para luchar con eficacia (y contundencia) contra el crimen (una lucha obtaculizada por la burocracia jurídica que se empeña en que se cumplan ciertas garantías procesales en las investigaciones y en los interrogatorios).

Pero más allá de su simplicidad a la hora de intentar ahondar en las oscuras motivaciones que hay detrás de un asesinato premeditado, hay que reconocer que el director de Mujer blanca soltera busca ha realizado un trabajo eficaz y entretenido que logra atrapar la atención del espectador gracias a las tensas y ambiguas relaciones que se establecen entre los personajes y al buen pulso narrativo con el que se explica el enrevesado proceso que lleva a la resolución de la intriga. Sandra Bullock, que también ha ejercido de productora, cubre su expediente con corrección pero sin demasiado brillo, mientras los dos jóvenes actores que encarnan a la pareja masculina protagonista (Ryan Gosling y Michael Pitt) llevan a cabo un trabajo mucho más sugerente y matizado.

 

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