Por
Manuel Ortega
Nos encontramos ante una nueva película que
sigue ahondando en el único problema que actualmente tiene el
mundo, el gran cisma que nos amarga la vida, que nos hace mirar
hacia atrás con la vista nublada por las lágrimas, y que películas
como esta nos hace recordar sus consecuencias y que hemos de
odiar y temer (por este orden) a los que son diferentes, que
no tenemos que confiar del todo en la justicia (demasiado blanda
si no aplica la pena capital), que a veces es mejor tomársela
por nuestra mano y acabar con los que nos atemoriza de forma
tajante y concluyente, que nuestra estabilidad y la de los nuestros
está en peligro cuando no entendemos a dos personas hablando
a nuestro lado en otro idioma que no sea el nuestro. El nuestro
es el inglés, of course.
El
cuarto ángel se inscribe dentro del capítulo de venganzas personales
protagonizadas por seres cotidianos, anónimos, que sacan fuerzas
y armas de flaqueza para representar al americanito medio que
no se va a dejar avasallar en su propio mundo. Si hace unos
meses nos llegó a aquella muestra cuasi kistch del bombero torero
protagonizada por el otrora estrella Schwarzenegger, ahora es
un actor del prestigio y la solemnidad de Jeremy Irons quien
se ve envuelto en la solución doméstica del terrorismo internacional.
Vuelve a dirigir un artesano (en aquel caso era Andrew Davis,
ahora es John Irvin) que como ya se sabe dependen sobre todo
en la calidad del guión que han de filmar y en el carisma de
los actores protagonistas. Si en Daño colateral el guión era
un compendio de insensateces varias, aquí al basarse en un "best-seller"
de Robin Hunter, cuya popularidad en EEUU sería parangonable
con el desconocimiento que aquí le dispensamos, al menos sigue
una línea argumental coherente y plausible dentro de su ilógica
e improbabilidad. Además El cuarto ángel cuenta con un guionista
de cierto prestigio y proyección como Allan Scott firmante entre
otras de propuestas tan variadas como El despertar, Dos muertes
y En el amor y la guerra .
Respecto a la estrella protagonista sería decididamente
estúpido si comparara las capacidades interpretativas de Schwarzenegger
con las de Jeremy Irons, pero sería un mentiroso si no hiciera
notar que la trayectoria de sus carreras es similarmente descendente.
Incluso me atrevería a reseñar que mientras el austriaco de
fibra se consume en películas mediocres pero decididamente dignas
(El sexto día, El fin de los días) el protagonista de Herida
parece haber perdido o el sentido o el representante enfrascado
en basuras de tamaño calado como La jungla de cristal 3, Dragones
y mazmorras o La maquina del tiempo.
Por esos dos aspectos anteriormente comentados
y por la mayor pericia de un John Irvin tan irregular como cumplidor
El cuarto ángel se puede ver, sin jolgorio ni satisfacción,
pero sí con atención y cierto interés. Thriller trillado, previsible,
pero con un acabado formal más que correcto y con unas interpretaciones
ajustadas a la pobreza de los personajes. Como curiosidad para
fans ya creciditas (las de mi generación) reseñar la presencia
de Jasón Priestley, el Brandon Walsh de aquel horror que nos
martirizó hace años bajo el título de Sensación de vivir, como
aguerrido agente de la CIA. Lo que muestra, bien a las claras,
la decadencia de tan señera organización.
|