Por
Juan Antonio Bermúdez
El mito misógino de la femme fatale ha
asesinado este año en las carteleras francesas al angelical
recuerdo de Amelie. En gran parte, gracias a esta peculiar película
que su director, François Ozon, define como una "comedia policíaca
antinaturalista" y que envuelve con todo su glamouroso aparejo
una idea bastante manida y superficial: la de la perversidad
como un valor añadido del encanto femenino.
Elegida
para representar al cine francés en los Oscar del año que viene,
8 mujeres desarrolla con bastante gracia y con cierto
abuso de la sorpresa (esa tentación de los guionistas perezosos)
una intriga policíaca típica con un fiambre y ocho sospechosas
encerradas en el lugar del crimen.
El deslumbrante reparto que reúne a primeras
damas de varias generaciones del cine francés, de la veterana
Danielle Darrieux a la casi adolescente Ludivine Sagnier, basta
para atrapar el interés del espectador, encandilado por unos
planos cortos, contenidos y prodigiosos que Ozon ha regalado
a sus actrices y que ellas han sabido aprovechar. No es demasiado
exagerado afirmar que Catherine Deneuve, Isabelle Huppert, Emmanuelle
Béart, Fanny Ardant, Virginie Ledoyen y Firmine Richard (junto
con las otras dos actrices citadas más arriba) alcanzan aquí
una de las máximas cotas de sus respectivas y respetables carreras,
en un despliegue reconocido en el pasado Festival de Berlín
con un premio coral a la Mejor Interpretación.
El mayor atractivo de 8 mujeres procede
de todas formas de su condición "antinaturalista", que se hace
muy explícita en la exagerada ambientación años 50 y en los
fabulosos números musicales intercalados en la trama con descaro
y sin necesidad de excusas, que abren espacios que permiten
conocer con mayor complejidad a los personajes, sus motivos
y sus límites, humanizándolos así paradójicamente a través del
mayor artificio.
Es ahí y cuando la historia detiene por un momento
los vaivenes de la rutina de la intriga para centrarse en algún
detalle, cuando la cámara se sale de la casa y se recrea a través
de una ventana en la mirada perdida de Virginie Ledoyen o cuando
sigue hasta su cuarto de solterona reprimida a Isabelle Huppert,
cuando la película deja entrever lo que también tiene de verdad
esta historia frívola de ocho mujeres sin piedad.
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