A los dieciséis años, esta madrileña
de madre inglesa y padre gaditano tenía claro que quería
dedicarse al cine. Con esa edad debutó en la gran pantalla
de la mano del director Pablo Llorca, que le ofreció su
primer papel en la película Jardines colgantes.
Corría el año 1992 y ya se presagiaba un enorme
futuro para Leonor Watling; sin embargo, sus primeros años
no resultaron en absoluto sencillos.
"Hasta
el 97 sólo hizo series de televisión horribles,
pero no se hundió como otros actores" explica Pablo
Llorca, que volvió a contar con ella en su siguiente largometraje,
Todas hieren, donde compartía protagonismo con Alberto
Jiménez. Su primer papel principal le abrió algunas
puertas, y ese mismo año rodó otras dos películas:
Grandes ocasiones, de Felipe Vega, y La primera noche
de nuestra vida, de Miguel Albadalejo, quien ya había
trabajado con Leonor Watling en Jardines colgantes, donde
el director de Ataque verbal ejercía de ayudante
de producción.
La confirmación llegó para esta joven
actriz madrileña apenas un año después. En
1998 participó en La hora de los valientes, de Antonio
Mercero, en un papel que le valió la nominación
al Goya como mejor actriz principal. Aunque después Penélope
Cruz le arrebatara el premio por La niña de sus ojos
y a pesar de que la película no tuvo toda la difusión
que por su calidad sin duda merecía, la carrera de Leonor
Watling en el mundo del cine estaba ya lanzada definitivamente.
Atrás quedaban unos años en los que la actriz se
había dedicado a actividades tan dispares como la de cantante
solista de un grupo de soul o el doblaje al inglés de películas
españolas para ser exhibidas en líneas aéreas.
Su dominio del inglés, heredado de su madre,
también le permitió obtener un pequeño papel
en el western estadounidense Outlaw Justice, que
se rodó ese mismo año en Almería. En 1999
participó en el debut del realizador Juan Potau, No
respires, el amor esta en el aire, donde aparecía junto
a Oscar Ladoire y Carlos Fuentes. Acto seguido, regresó
a televisión para rodar la serie de TVE 1 "Raquel
busca su sitio", con Cayetana Guillén Cuervo, Nancho
Novo y Javier Albalá.
Leonor Watling reconoce que la televisión
ha sido para ella una buena escuela, pero advierte que es un medio
muy distinto del cinematográfico: "La televisión es
muy agotadora. Es un bebé, y el cine es como un niño de dos años
que te puede enseñar cosas. De la televisión acabas agotada, y
del cine, cansada, pero el resultado es muy diferente", explica.
Con
dos películas recién estrenadas, La
espalda de Dios y Son
de mar, Leonor Watling se encuentra en el mejor momento
de su carrera. La primera supone su tercera colaboración
con Pablo Llorca, en la que hace un pequeño papel de prostituta.
Por su parte, en Son de mar ha tenido la posibilidad de
trabajar con Bigas Luna, que le ha brindado un papel que desborda
sensualidad. El realizador catalán no ha escatimado elogios
hacia su actriz principal, de la que ha llegado a decir que "lleva
una Silvana Mangano dentro".
Y, por si fuera poco, Leonor Watling está
a punto de comenzar el rodaje de la última película
de Almodóvar, Hable
con ella, en la que interpreta a una bailarina en coma.
Un papel para el que sin duda le ayudarán las muchas lecciones
de ballet que tomó cuando era adolescente; de hecho, la
actriz se llegó a plantear hacerse profesional en este
campo, pero una lesión de rodilla le obligó a abandonarlo.
Además, tiene aún por estrenar la
película A mi madre le gustan las mujeres, con Daniela
Fejerman e Inés Paris, que ha rodado este mismo año. En
definitiva, un sinfín de proyectos que nos garantizan que
el nombre de Leonor Watling va a seguir sonando en nuestros oídos
durante bastante tiempo.
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