El
20 de febrero de este año 2001 el mundo del cine perdía al productor
y director Stanley Kramer de 87años. Murió a causa de una neumonía
en un hogar para viejos trabajadores del séptimo arte en Woodland
Hills, junto a Hollywood, una ciudad que aplaudió sus mayores
éxitos y que también lo vio retirarse cuando llegó la hora de
los fracasos.
Desde 1979, había permanecido en el limbo de la
industria. En ese año se estrenó su última película, The Runner
Stumbles, que supuso un sonoro fracaso de taquilla. Entonces
Kramer se marchó. Dejó Sunset Boulevard y se instaló en Seattle,
una ciudad mucho más tranquila. A su vuelta a la meca del cine,
siete años después, tan sólo quedaba espacio para los homenajes.
Su carrera se había iniciado en 1947 con la fundación
de la Screen Plays Corporation, plataforma desde la que Kramer
se forjó en el difícil negocio de la producción cinematográfica.
Desde entonces permaneció en el extrarradio de Hollywood, a la
sombra del gran David O Selznick, en una posición francamente
difícil. Sin embargo, su talento le ayudó a sobrevivir. Durante
un tiempo incluso optó por contratar a guionistas que estaban
en la lista negra de Hollywood. Fue el caso de Ned Young, que
acabó ganando un Oscar por Fugitivos. Por sus manos pasaron
auténticos hitos de la historia del cine. Solo ante el peligro
(1952), El motín de Caine (1954) o Ángeles sin
paraíso en 1962 -filme realizado por un entonces semi-desconocido
John Cassavetes- son algunas muestras de la sagacidad de Kramer
como productor.
Por otro lado, en su faceta de director, su carrera
fue un pronunciado altibajo, combinando éxitos sonoros con fracasos
estrepitosos. Pero si por algún rasgo característico es posible
reconocer las películas de Stanley Kramer es por su marcado carácter
social en una época plagada de prejuicios y miedos. "Durante 30
años, él fue la conciencia de Hollywood", había afirmado ya hace
un tiempo el director Mark Rydell. Se decía, por aquel entonces,
que sus películas contenían mensaje, que él era el único que se
atrevía a tratar abiertamente temas considerados tabú por una
sociedad tan pacata como la norteamericana. Era el propio Kramer
quien trataba de desmentir estas afirmaciones: "No tengo mensajes",
afirmaba, "tengo provocaciones, ideas, dudas, retos y cuestiones
que plantear".
Sus mayores cotas de popularidad como realizador
las alcanzó con Adivina quién viene esta noche (1967)
y Vencedores y vencidos (1961), una película de tipo documental
basada en los juicios de Nuremberg. Sin embargo, su mejor trabajo
como realizador lo consigue con La herencia del viento
(1960), un filme que trata el difícil tema de las prohibiciones
en el sistema de enseñanza norteamericano con Gene Kelly y Spencer
Tracy en los papeles principales.
Pero dentro de su lista de filmes se cuentan otros
muchos títulos (Fugitivos, El mundo está loco, loco,
loco, A la hora señalada...) y el honor de haber trabajado
con la plana mayor de estrellas de Hollywood desde la década de
los cuarenta a la de los setenta. Desde Gary Cooper a Marlene
Dietrich, pasando por Ava Gardner, Marlon Brando, Gregory Peck,
Katherine Hepburn o Sydney Poitier. En cuanto a los premios, Hollywood
le negó el Oscar al mejor director en tres ocasiones; si bien,
en total, sus películas obtuvieron 80 nominaciones y 16 galardones.
Hoy grandes directores como Steven Spielberg lo
alaban y lo proclaman como "uno de nuestros grandes realizadores",
pero quizás fuera su amigo Gregory Peck el que acertara al definirle
de la siguiente forma: "Era un director serio. Él lo intentaba.
Algunas veces fallaba, pero otras acertaba y entonces marcaba
la diferencia".
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