Pocos
días antes de probar suerte en el casting de la
teleserie "Más que amigos", en la oficina que
la representaba, un agente de publicidad se empeñaba en
desanimar a Paz Vega, sin lograrlo. "No te van a coger. Con
ese acento nunca conseguirás nada. Casi mejor te vuelves
a Sevilla". Afortunadamente, esas palabras no tuvieron mucho
efecto; una no abandona su ciudad para ser actriz en Madrid y
regresa a las primeras de cambio, debió pensar. Lo cierto
es que fue al casting y la cogieron, aunque su personaje
sospechosamente apenas hablaba. Después llegaría
otro papel esporádico en "Compañeros"
y pequeñas apariciones en la película Zapping
de Chumilla Carbajosa y en Sobreviviré de Albacete
y Menkes. Bagaje con el que Paz se sentía preparada para
ser la protagonista de "Siete Vidas", un atractivo proyecto
de "Globomedia" que significaba la vuelta a la pequeña
pantalla de Toni Cantó. Tres meses más tarde todo
el mundo hablaba de Paz Vega, la chica del acento sevillano, delgada
y atractiva. Además, se rumoreaba que no pensaba quedarse
en la serie mucho tiempo, que ya preparaba un protagonista en
cine...
No es que Paz saliese de la nada: había
nacido en Triana, servía copas todos los fines de semana,
estudiaba periodismo y asistía a clases de arte dramático
desde que vio una representación de "La casa de Bernarda
Alba". Por entonces se llamaba Paz Campos Trigo, nombre que
sonaba un poco a chufla, por lo que decidió cambiarlo en
cuanto llegó a la capital, en el otoño de 1996.
"Fue un drama. Llevaba todo el verano amenazando con marcharme,
pero mis padres creyeron que aquello no iba en serio. El billete
me costó cuatro mil pesetas. Ida y vuelta. Llevaba noventa
mil en el bolsillo y poco más. Podía verme obligada
a volver en cualquier momento".
Ahora, Paz Vega es uno de los rostros más
conocidos del cine español, tras un año y medio
de trabajo frenético. Todo comenzó cuando Julio
Medem decidió que Paz sería Lucía, un personaje
que había nacido, como explicaba el cineasta, de un sencillo
rayo de sol. Paz era del sur y de sol entendía un rato.
Sin embargo, había un pequeño inconveniento: el
papel requería bastante sexo, una actitud atrevida, sana
pero desinhibida. Hubo algo de escándalo y la actriz lo
sintió por su familia. "Sé que van a sufrir.
Mi madre es bastante chapada a la antigua y no la va a entender.
Tiene 50 años. Y mi padre menos. Pero mi abuela, que tiene
82 años, la ha visto y le ha encantado". Más
allá de todo esto, ha logrado un Goya a la mejor actriz
revelación y el premio también a la mejor actriz
revelación europea en la última edición del
Festival de Cannes.
Pero,
desde que acabó con Lucía y el sexo, Paz
Vega no ha parado: ha protagonizado Sólo mía,
junto a Sergi López; ha aparecido brevemente en el nuevo
filme de Pedro Almodóvar, Hable con ella y ahora
estrena la comedia musical El otro lado de la cama, dirigida
por Emilio Martínez Lázaro (Carreteras secundarias),
donde Paz se lo pasa en grande. "Nunca había cantado
ni bailado en una película. Le doy mucho al cante en casa,
para ponerme las pilas y no soy una actriz que baile, salvo si
salgo de marcha por ahí. Así que me pareció
un reto muy divertido, sobre todo tras dos películas intensas".
Finalmente tampoco parece que vaya a cantar tampoco
en su próxima película, a pesar de interpretar a
un personaje muy folclórico, Carmen, la heroina española
creada por Merimee. La película se rueda en estos meses
con la dirección de Vicente Aranda. Más tarde, en
septiembre, se pondrá a las órdenes del britántico
Pierce Ashworth para interpretar Romford matador, su primer
trabajo en lengua inglesa. Además acaba de montar un discoteca
con su novio en pleno centro de Madrid. A este ritmo...
|